Este es, sin duda, el grupo de atacantes más peligroso, aunque también el menos habitual.
Se trata de crackers o piratas con grandes conocimientos y experiencia, pagados por una tercera parte para robar "secretos" (código fuente de programas, bases de datos de clientes, información confidencial de satélites, diseño de un nuevo producto, etc.) o simplemente para dañar, de alguna manera la imagen de la entidad atacada.
Suele darse, sólo, en grandes multinacionales donde la competencia puede darse el lujo de un gran gasto para realizar este tipo de contratos y contar con los medios necesarios para realizar el ataque.